Una cocina de inducción es un tipo de cocina vitrocerámica que calienta directamente el recipiente
mediante un campo electromagnético en vez de calentar mediante calor
radiante por el uso de resistencias. Estas cocinas utilizan un campo
magnético alternante que magnetiza el material ferromagnético
del recipiente en un sentido y en otro. Este proceso tiene menos
pérdidas de energía, el material se agita magneticamente, la energía
absorbida se desprende en forma de calor, calentando el recipiente. Los
recipientes deben contener un material ferromagnético al menos en la
base, por lo que los de aluminio, terracota, cerámica, vidrio o cobre no son utilizables con este tipo de cocinas.
Actualmente el coste de la tecnología de inducción dobla al de una
vitrocerámica tradicional, pero las elevadas prestaciones así como su
mayor eficiencia energética
la convierten en una inversión atractiva. El coste de la producción de
esta tecnología se centra en la electrónica de potencia necesaria para
su funcionamiento.
Funcionamiento
La naturaleza de este calentamiento lo hace mucho más eficiente que el tradicional, pues se calienta directamente el recipiente a utilizar, y no indirectamente como se hace con las tradicionales vitrocerámicas basadas en resistencias.
Esto contribuye a un ahorro de energía cada vez más apreciado en la
sociedad actual. La vitrocerámica de inducción detecta gracias a un
sistema de sensores si hay o no recipiente sobre su superficie. En caso
de no haberlos, no funciona. Además incorpora las más modernas técnicas
de procesado de señal para lograr un control eficiente de la potencia.
El modelo de inducción calienta dos veces más rápido que una placa
vitrocerámica convencional. Son capaces de detectar la forma y tamaño
del recipiente y se puede elegir la temperatura exacta de cocción (termostato).
Además, el tiempo de cocción es muy reducido tardando muy poco en
conseguir la temperatura deseada. Esta vitrocerámica facilita la
limpieza por su superficie lisa y porque al permanecer fría los posibles desbordamientos no se requeman o incrustan en el vidrio, bastando pasar sobre ella un paño húmedo.
A la hora de decantarse por esta opción tampoco hay que desdeñar la
seguridad. Con ella, se evitan posibles quemaduras, ya que no se
calienta. La placa de inducción alcanza como temperatura máxima la del
calor residual producido por el recipiente.
Asimismo, no existe ningún riesgo de explosión fortuita al no utilizar
combustibles. Por su seguridad, son las únicas que pueden colocarse con
cualquier electrodoméstico debajo: sólo es necesario dejar una
distancia. Tienen el problema de que solamente pueden utilizarse ciertos
materiales para el menaje de cocina y la condición de que no puede ser
usada por personas que lleven marcapasos.
Es posible fabricar una cocina de inducción que funcione con
cualquier metal conductor, sin embargo el sistema convencional es más
simple y barato. Para calentar metales como el aluminio, se pueden
utilizar varias bobina que se activan cíclicamente, una después de otra, generando un campo magnético móvil como en un motor de corriente alterna. Este mismo efecto se aprovecha para usar el aluminio en velocímetros y motorotores de jaula de ardilla.
Aunque el coste de la cocina de inducción suele rondar el doble del
precio de una cocina eléctrica vitroceramica de resistencia convencional
o halogena, el gasto eléctrico del hogar suele ser un 40% menor y
resulta rentable si se usa la cocina con frecuencia. Sobre todo con usos
cortos como freír un filete, donde una cocina vitroceramica
convencional perdería gran parte de la energía usada en el calor
residual de la placa de la cocina.
Respecto a una cocina de gas, aprovecha mejor la energía eléctrica
(84%) que el gas producido (40%). Sin embargo, en el proceso total que
incluye la generación eléctrica en el país, a partir de combustibles fósiles, solo un 30% (o casi un 60% en ciclo combinado) se convierte en electricidad y el resto en calor, que muchas veces no se aprovecha y genera contaminación térmica.
Ventajas
La cocina de inducción tiene numerosas ventajas:
Según el U.S. Department of Energy,
la eficiencia de transmisión de energía en la cocina de inducción es
del 84% frente al 74% de las cocinas vitrocerámicas convencionales. Lo
que significa un ahorro de aproximadamente 12% para la misma cantidad de
calor generada.
La alta eficiencia en la transferencia de calor de esta nueva
tecnología hace que se cocine más rápido, que en las cocinas eléctricas
convencionales. También supone un ahorro de energía.
Al calentarse el puchero directamente evita que se queme cualquier
cosa que se haya quedado interpuesta entre la cocina y el puchero. Esta
característica hace que las cocinas de inducción sean más seguras,
reduciendo el riesgo de incendio considerablemente y eliminan el de
explosión, lo cual es especialmente importante para las personas
mayores. Como el calor se genera por una corriente inducida, la unidad
detecta si el puchero está presente lo que permite que la cocina se
apague automáticamente si detecta que el puchero ha sido retirado. Estas
cocinas se pueden completar, en un sistema domótico como X10, con un detector de calor, que apague la cocina cuando se advierta que algo se está quemando, mediante el corte de electricidad a la misma.
Además, estas cocinas, al no quemarse la superficie resultan más
fáciles de limpiar, porque no quedan restos adheridos y quemados.
Se deterioran poco, por lo que suelen durar más tiempo como nuevas.
A pesar de todo, hay que tener en cuenta que estas placas requieren recipientes especiales con fondo ferromagnético,
cada vez más habituales, que permitan cerrar el circuito de inducción.
En general, se puede decir que cualquier recipiente en cuya base se
"pegue" un imán es válida para este tipo de cocinas.
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