Buenas tardes a todos y todas, hoy la entrada llega un poquito tarde, pero es que llevamos un poco de descontrol horario debido a que estamos acabando detalles de trabajos de ultima hora, entregando presupuestos y varias cosas y no hemos podido publicar esta mañana..
Como todos sabemos estamos en Navidad, todo son compras, prisas, reuniones familiares..., como todos nosotros hemos pedido para estas fechas que ya sea Papá Noel o los Reyes Magos nos traigan la reforma de la tienda y el cambio de exposición; ya tenemos los nuevos carteles de Ofertas/Horario..., las nuevas tarjetas..., a ver si para este año que entra podemos completar la nueva imagen de la tienda para lanzar también la nueva página web..
Bueno, como todos estaréis ocupado preparando comidas, cenas y reuniones varias, os dejamos tranquilos por ahora unos días, que paséis unas buenas Navidades rodeados de todos aquellos a los que apreciáis y a la vuelta volvemos con el ritmo normal de publicaciones.
FELIZ NAVIDAD A TODOS.
QUIM!!
lunes, 23 de diciembre de 2013
miércoles, 18 de diciembre de 2013
Colocar Gresite
Para darle un aire renovador al baño u otras estancias de la casa podemos colocar gresite. Le dará un toque mucho más original.
El gresite es un elemento de decoración que se compra en tiendas especializadas y viene en bloques de telas, es decir, una tela con varias piezas pequeñas pegadas. A esto se le denomina tesela y suele ser de forma cuadrada.
Si tuviéramos que comprar las piezas que vienen en la tesela por separado, nos saldría mucho más costoso. Cuando se compre el gresite hay que adquirir un mínimo de un 10% más de lo que se necesita para garantizarnos que, en caso de necesitarlo, tenemos de sobra para terminar nuestra obra. Esto también garantiza que puedas quitar una de las piezas incrustadas en la tesela y cambiarla por otra de otro color que te interese.
Para colocar el gresite no necesitaremos de grandes conocimientos, puesto que es muy similar a la colocación o instalación de una baldosa normal o un azulejo. Antes de empezar a su colocación, un paso muy importante es que hay que asegurarse de que la pared donde se va a colocar está limpia, sin restos de ningún tipo, como polvo o grasa. De esta forma será mucho mejor para adherirse sin problemas. Además la superficie debe estar nivelada y sin ningún tipo de fisuras.
Deja secar al menos 24 horas para después colocar las juntas. Deja secar después también las juntas y ya tendrás listo el gresite en el baño o cualquier otra estancia con un diseño muy original.
El gresite es un elemento de decoración que se compra en tiendas especializadas y viene en bloques de telas, es decir, una tela con varias piezas pequeñas pegadas. A esto se le denomina tesela y suele ser de forma cuadrada.
El gresite y su colocación
El gresite es de un material muy parecido al de un azulejo y su tamaño, al ser en tesela, es muy similar al de una baldosa normal. Su composición es de dos o varios colores lo que permite hacer dibujos o diseños muy variados. El gresite es utilizado en las piscinas, tanto públicas como privadas.Si tuviéramos que comprar las piezas que vienen en la tesela por separado, nos saldría mucho más costoso. Cuando se compre el gresite hay que adquirir un mínimo de un 10% más de lo que se necesita para garantizarnos que, en caso de necesitarlo, tenemos de sobra para terminar nuestra obra. Esto también garantiza que puedas quitar una de las piezas incrustadas en la tesela y cambiarla por otra de otro color que te interese.
Para colocar el gresite no necesitaremos de grandes conocimientos, puesto que es muy similar a la colocación o instalación de una baldosa normal o un azulejo. Antes de empezar a su colocación, un paso muy importante es que hay que asegurarse de que la pared donde se va a colocar está limpia, sin restos de ningún tipo, como polvo o grasa. De esta forma será mucho mejor para adherirse sin problemas. Además la superficie debe estar nivelada y sin ningún tipo de fisuras.
El paso a paso para colocar el gresite
El adhesivo que más conviene para instalar un gresite es un mortero cola epoxi ya que el gresite tiene por lo general muy baja densidad. Prepara la mezcla de adhesivo según las instrucciones del fabricante y comienza a instalar el gresite desde el centro hacia los laterales. Aplica el adhesivo con una espátula dentada y coloca el gresite presionando con fuerza y golpeando con la mano o con un martillo de goma. Sigue haciendo el resto poco a poco, asegurándote de que todas las tesalas quedan bien niveladas.Deja secar al menos 24 horas para después colocar las juntas. Deja secar después también las juntas y ya tendrás listo el gresite en el baño o cualquier otra estancia con un diseño muy original.
lunes, 16 de diciembre de 2013
Campana extractora: Funcionamiento
La campana extractora desempeña una labor importante en nuestras
cocinas. Solemos fijarnos en su rendimiento y diseño a la hora de
comprarla, lo que no está mal, pero es importante hacer hincapié en que
una vez instalada en casa la campana la uses, especialmente si tienes
cocina de gas, ya que al encender el gas se producen diversos
contaminantes, como monóxido de carbono y a veces, óxidos de nitrógeno.
La campana elimina el humo, los olores, el calor, el vapor del aire, la grasa en suspensión en el aire y los productos de combustión, contribuyendo a mejorar la calidad del aire que los expertos recomiendan renovar en la cocina entre 6 y 12 veces la hora.
También contribuye a alargar la vida de los muebles de cocina al eliminar la humedad que los estropea. Mucha gente apenas usa la campana porque hace ruido o por olvido. Por suerte, los nuevos modelos son más silenciosos, aunque algo más caros por ello, y en aras de la seguridad, ahora traen funciones para los olvidadizos, como la conexión y desconexión automática, o temporizadores de funcionamiento que se pueden programar.
Funcionamiento
La mayoría de las campanas del mercado pueden funcionar alternativamente de dos formas:
La campana elimina el humo, los olores, el calor, el vapor del aire, la grasa en suspensión en el aire y los productos de combustión, contribuyendo a mejorar la calidad del aire que los expertos recomiendan renovar en la cocina entre 6 y 12 veces la hora.
También contribuye a alargar la vida de los muebles de cocina al eliminar la humedad que los estropea. Mucha gente apenas usa la campana porque hace ruido o por olvido. Por suerte, los nuevos modelos son más silenciosos, aunque algo más caros por ello, y en aras de la seguridad, ahora traen funciones para los olvidadizos, como la conexión y desconexión automática, o temporizadores de funcionamiento que se pueden programar.
Funcionamiento
La mayoría de las campanas del mercado pueden funcionar alternativamente de dos formas:
-Por extracción: el motor de la campana
aspira el aire, lo hace pasar por un filtro metálico anti-grasa que se
puede limpiar en el lavavajillas y lo expulsa fuera de la vivienda a
través de un tubo de salida de humos.
Este tubo tiene unas medidas establecidas
por norma (mejor que sea corto, ya que cuanto más largo sea el tubo, más
potente debería ser el motor, y el diámetro mínimo mide unos 120
milímetros) y debe incluir una válvula antirretorno para que ni el humo
ni el olor regresen a la cocina.
-Por recirculación, en cocinas sin salida
de humos, la campana absorbe y limpia el aire haciéndolo pasar primero
por un filtro antigrasa y después por otro desechable de carbón activo
que absorbe los olores y devuelve el aire a la cocina.
Por razones de seguridad, especialmente en cocinas de gas, es mejor este sistema de extracción.viernes, 13 de diciembre de 2013
Jiaozi, raviolis chinos
Cocinar sin sal ni grasas saturadas y aun así lograr platos sabrosos dignos de grandes ovaciones no es tarea fácil.
Como sabemos eso, hoy tenemos una receta que combina sabor y salud.
Ingredientes para cuatro personas
Relleno:
150g de carne de cerdo picada.
75g de carne de vaca picada.
1/2 taza de repollo picado.
4 cucharadas de cebolla picada.
1 huevo (opcional).
Aceite de sésamo (cantidad necesaria).
Una cucharadita y media de jengibre picado.
Salsa de soja sin sal.
1 Ajo rallado.
Pimienta en grano o molida.
Masa:
4 tazas de harina.
3/4 taza de agua.
Salsa:
4 dientes de ajo.
4 cucharadas de salsa de soja sin sal.
4 cucharadas de vinagre.
1/2 cucharadita de aceite de sésamo.
Preparación del relleno:
Mezclamos las verduras con la carne, agregamos un poco de salsa de soja, la pimienta, el ajo rallado y el jengibre. Si queremos podemos añadir un huevo y aceite de sésamo.
Preparación de la masa:
En un recipiente ponemos la harina y echamos el agua poco a poco mientras vamos amasando hasta lograr una masa suave. Tapamos el recipiente con un repasador húmedo y dejamos que descanse durante media hora.
Preparación de los raviolis:
Enharinamos una tabla y extendemos en ella la masa, amasamos hasta formar un rollo de 2 centímetros de diámetro. Luego cortamos el mismo en 60 partes, extendemos cada una con la palma de la mano y con un rodillo hasta conseguir una hojuela de 7 centímetros de diámetro aproximadamente.
Ponemos una cucharada de relleno sobre una de las hojuelas y colocamos otra encima, las doblaremos en forma de media luna y para cerrarlas apretamos bien los bordes.
Llenamos una cacerola con 10 tazas de agua sin agregar sal, y cuando comience a hervir echamos los 30 raviolis removiendo con suavidad para que no se peguen.
Cocinamos durante 10 segundos y luego agregamos medio vaso de agua fría, esperamos a que rompa nuevamente a hervir y añadimos nuevamente otro medio vaso de agua fría. Repetimos esto tres veces y luego colamos los raviolis.
Preparación de la salsa:
Mezclamos la salsa de soja sin sal con el vinagre y el aceite de sésamo, una vez integrados añadimos los dientes de ajo previamente picados, bañamos los raviolis con la salsa y a disfrutar.
Como sabemos eso, hoy tenemos una receta que combina sabor y salud.
Ingredientes para cuatro personas
Relleno:
150g de carne de cerdo picada.
75g de carne de vaca picada.
1/2 taza de repollo picado.
4 cucharadas de cebolla picada.
1 huevo (opcional).
Aceite de sésamo (cantidad necesaria).
Una cucharadita y media de jengibre picado.
Salsa de soja sin sal.
1 Ajo rallado.
Pimienta en grano o molida.
Masa:
4 tazas de harina.
3/4 taza de agua.
Salsa:
4 dientes de ajo.
4 cucharadas de salsa de soja sin sal.
4 cucharadas de vinagre.
1/2 cucharadita de aceite de sésamo.
Preparación del relleno:
Mezclamos las verduras con la carne, agregamos un poco de salsa de soja, la pimienta, el ajo rallado y el jengibre. Si queremos podemos añadir un huevo y aceite de sésamo.
Preparación de la masa:
En un recipiente ponemos la harina y echamos el agua poco a poco mientras vamos amasando hasta lograr una masa suave. Tapamos el recipiente con un repasador húmedo y dejamos que descanse durante media hora.
Preparación de los raviolis:
Enharinamos una tabla y extendemos en ella la masa, amasamos hasta formar un rollo de 2 centímetros de diámetro. Luego cortamos el mismo en 60 partes, extendemos cada una con la palma de la mano y con un rodillo hasta conseguir una hojuela de 7 centímetros de diámetro aproximadamente.
Ponemos una cucharada de relleno sobre una de las hojuelas y colocamos otra encima, las doblaremos en forma de media luna y para cerrarlas apretamos bien los bordes.
Llenamos una cacerola con 10 tazas de agua sin agregar sal, y cuando comience a hervir echamos los 30 raviolis removiendo con suavidad para que no se peguen.
Cocinamos durante 10 segundos y luego agregamos medio vaso de agua fría, esperamos a que rompa nuevamente a hervir y añadimos nuevamente otro medio vaso de agua fría. Repetimos esto tres veces y luego colamos los raviolis.
Preparación de la salsa:
Mezclamos la salsa de soja sin sal con el vinagre y el aceite de sésamo, una vez integrados añadimos los dientes de ajo previamente picados, bañamos los raviolis con la salsa y a disfrutar.
miércoles, 11 de diciembre de 2013
Preparar la caldera y calefacción para el invierno
Aunque ya hace días que por el frío tenemos nuestra calefacción en marcha, hoy os explicamos como ponerla a punto después del verano, que nunca está de más saberlo.
Lo primero que haremos será ir al termostato de nuestra vivienda y lo pondremos al mínimo para evitar que se encienda mientras hacemos las operaciones iniciales. Si hemos tenido apagada la caldera en verano porque no la hemos usado para el agua caliente, abriremos la llave de corte del gas y encenderemos la caldera con el interruptor.
Comprobar la caldera y sus niveles
Una vez encendida, miraremos la presión que marca el manómetro, que es un indicador que va de 0 a 4 (o 5) bar (bares de presión). La presión debería estar siempre entre 1 y 1,5 bar.
Si está más baja, procederemos a buscar en la parte inferior de la caldera varias llaves de corte y nos centraremos en una ruleta negra que sirve para llenar de agua el circuito de la calefacción.
Lo giraremos lentamente en el sentido contrario a las agujas del reloj y observaremos el manómetro hasta que empiece a subir la presión. Cuando llegue sobre 1,2 bar, podremos cerrar la llave, apretando en el sentido contrario sin forzar demasiado.
También tendremos que asegurarnos de que la salida de humos no esté obstruida.
Además, habrá que mirar los radiadores y comprobar que no tengan fugas. Nos fijaremos en que las llaves de entrada y retorno de los mismos no tengan goteos ni marcas de fugas.
En el caso de observar alguna, podemos usar una llave inglesa para apretar un poco las tuercas. Si persiste la fuga, sería recomendable avisar a un instalador para que nos cambie la junta.
Ya podemos poner la caldera en modo invierno o, dependiendo del modelo, pulsar el interruptor de la calefacción. Desde el termostato de la vivienda subiremos la temperatura hasta que se ponga en marcha la caldera y esperaremos unos minutos (10-15) hasta que empiecen a calentarse los radiadores.
Purgar los radiadores
Una vez calientes, y con cuidado de no quemarnos, pondremos la mano en el lado de la llave de entrada del agua al radiador y luego en el lado contrario donde está el purgador. Si el lado del purgador está más frio es porque tiene aire dentro y hay que purgar el radiador. Pondremos un vaso debajo del agujero o tubo que tiene el purgador y, con un destornillador, aflojaremos el tornillo central hasta que empiece a salir agua o aire. Cuando empiece a salir un chorrito continuo de agua, será momento de apretar el tornillo y cerrar el purgador (no hace falta apretar a tope, solo hasta que deje de salir agua). Repetiremos esta operación con todos los radiadores de la casa.
Al vaciar parte del circuito de agua, es fácil que la presión haya descendido, por lo que deberemos revisar el manómetro de nuevo y asegurarnos de que la presión esté entre 1,2 y 1,5 bar. Si ha descendido, volveremos a realizar el proceso de llenado.
Al calentarse el circuito de la calefacción, es normal que la presión suba un poco, así que si en algún momento observamos que la presión del manómetro es excesiva (superior a 2,5 bar), será recomendable vaciar un poco el circuito. Para ello nos ayudaremos de los purgadores de los radiadores para sacar agua hasta que tengamos la presión deseada.
La temperatura de la calefacción óptima está entre 70 ºC y 75 ºC (en este caso sobre el número 7 de la caldera), ya que de esta manera ahorraremos combustible y ayudaremos a retrasar el envejecimiento de las piezas.
Por último, debemos saber qué es el RITE, pues se trata de la normativa que nos obliga a realizar un mantenimiento de nuestra caldera cada 2 años y no a tener un contrato de mantenimiento anual como piensa mucha gente. Si bien esta frecuencia puede ser modificada por las comunidades autónomas, por lo que tendremos que informarnos en el departamento de energía de nuestra comunidad autónoma.
Lo primero que haremos será ir al termostato de nuestra vivienda y lo pondremos al mínimo para evitar que se encienda mientras hacemos las operaciones iniciales. Si hemos tenido apagada la caldera en verano porque no la hemos usado para el agua caliente, abriremos la llave de corte del gas y encenderemos la caldera con el interruptor.
Comprobar la caldera y sus niveles
Una vez encendida, miraremos la presión que marca el manómetro, que es un indicador que va de 0 a 4 (o 5) bar (bares de presión). La presión debería estar siempre entre 1 y 1,5 bar.
Si está más baja, procederemos a buscar en la parte inferior de la caldera varias llaves de corte y nos centraremos en una ruleta negra que sirve para llenar de agua el circuito de la calefacción.
Lo giraremos lentamente en el sentido contrario a las agujas del reloj y observaremos el manómetro hasta que empiece a subir la presión. Cuando llegue sobre 1,2 bar, podremos cerrar la llave, apretando en el sentido contrario sin forzar demasiado.
También tendremos que asegurarnos de que la salida de humos no esté obstruida.
Además, habrá que mirar los radiadores y comprobar que no tengan fugas. Nos fijaremos en que las llaves de entrada y retorno de los mismos no tengan goteos ni marcas de fugas.
En el caso de observar alguna, podemos usar una llave inglesa para apretar un poco las tuercas. Si persiste la fuga, sería recomendable avisar a un instalador para que nos cambie la junta.
Ya podemos poner la caldera en modo invierno o, dependiendo del modelo, pulsar el interruptor de la calefacción. Desde el termostato de la vivienda subiremos la temperatura hasta que se ponga en marcha la caldera y esperaremos unos minutos (10-15) hasta que empiecen a calentarse los radiadores.
Purgar los radiadores
Una vez calientes, y con cuidado de no quemarnos, pondremos la mano en el lado de la llave de entrada del agua al radiador y luego en el lado contrario donde está el purgador. Si el lado del purgador está más frio es porque tiene aire dentro y hay que purgar el radiador. Pondremos un vaso debajo del agujero o tubo que tiene el purgador y, con un destornillador, aflojaremos el tornillo central hasta que empiece a salir agua o aire. Cuando empiece a salir un chorrito continuo de agua, será momento de apretar el tornillo y cerrar el purgador (no hace falta apretar a tope, solo hasta que deje de salir agua). Repetiremos esta operación con todos los radiadores de la casa.
Al vaciar parte del circuito de agua, es fácil que la presión haya descendido, por lo que deberemos revisar el manómetro de nuevo y asegurarnos de que la presión esté entre 1,2 y 1,5 bar. Si ha descendido, volveremos a realizar el proceso de llenado.
Al calentarse el circuito de la calefacción, es normal que la presión suba un poco, así que si en algún momento observamos que la presión del manómetro es excesiva (superior a 2,5 bar), será recomendable vaciar un poco el circuito. Para ello nos ayudaremos de los purgadores de los radiadores para sacar agua hasta que tengamos la presión deseada.
La temperatura de la calefacción óptima está entre 70 ºC y 75 ºC (en este caso sobre el número 7 de la caldera), ya que de esta manera ahorraremos combustible y ayudaremos a retrasar el envejecimiento de las piezas.
Por último, debemos saber qué es el RITE, pues se trata de la normativa que nos obliga a realizar un mantenimiento de nuestra caldera cada 2 años y no a tener un contrato de mantenimiento anual como piensa mucha gente. Si bien esta frecuencia puede ser modificada por las comunidades autónomas, por lo que tendremos que informarnos en el departamento de energía de nuestra comunidad autónoma.
lunes, 9 de diciembre de 2013
La Cocina de Gas
Historia
La cocción de los alimentos es una técnica antigua, que puede relacionarse con el principio del manejo del fuego por los humanos. Sobre el fuego que servía para calentar y alejar las fieras, se fue gestando el modo de mejorar la textura (ablandando), el sabor y el aspecto de los alimentos utilizados por los humanos, además de mejorar la digestibilidad de muchos de ellos.
El hogar doméstico no solamente servía para calentar, sino que también se utilizaba para cocinar los alimentos. Lo más común era tener una olla colgada de una cadena sobre las brasas, utilizando para otros modos de cocinar parrillas, ollas o sartenes sobre patas (trébedes, independientes o formando parte de la propia sartén), etc.
Con el tiempo aparecieron artefactos específicos, donde el fuego quedaba confinado, de modo que se aprovechase mejor todo su poder para cocinar. En castellano (y en otros idiomas) se adoptó para estos ingenios el nombre de fogón.
La evolución de los combustibles, desde los primitivos, leña y después distintos tipos de carbones, especialmente vegetales, hasta el gas (ciudad, butano o gas natural), y el aprovechamiento de la electricidad, fueron variando la forma de la cocina, hasta la de nuestros días.
La cocina como mueble en forma de simple hornillo fue conocida de los romanos como lo atestiguan los hermosos ejemplares de bronce hallados en Herculano y Pompeya, que guarda el Museo de Nápoles. Pero la verdadera cocina completa y portátil no se encuentra hasta finales del siglo XVIII y solo desde el XVI se conoce la cocina cuadrangular de hierro con planchas de cobre o de hierro por encima dispuesta para recibir las ollas o marmitas.
La cocina económica o estufa doméstica
Al inventarse la estufa, se aprovechó a menudo su extremo superior, muy caliente, para cocinar. Cuando la estufa se fabricó de fundición (estufa salamandra), también las estufas domésticas utilizaron el mismo material y comenzó a fabricarse la llamada cocina económica de mayor tamaño que la estufa y con más accesorios y usos. El calificativo de económica le viene de que, como la propia salamandra, aprovechaba mucho mejor el combustible que la cocina tradicional directamente sobre el hogar (sin embargo es mucho menos eficaz que las cocinas modernas).
Como la estufa, la cocina tiene dos compartimentos para la combustión, uno superior para el combustible (brasero) y otro inferior donde caen las cenizas (cenicero). En la parte superior tiene un plano de trabajo con la boca de alimentación de combustible redonda, con una serie de anillos de fundición concéntricos, que servían de tapadera. Quitando uno o más de los anillos, según el tamaño del cacharro de cocina, también puede obtenerse fuego vivo para ciertas preparaciones que lo requieren (especialmente las frituras con aceite). La boca de acceso al cenicero y para entrada del aire de combustión, está en la parte frontal y al lado la boca del horno.
El conjunto se completa con un tubo denominado humero, chimenea, cañón o caño, que evacua los humos hacia el exterior. Además de la regulación de la entrada de aire en la boca del cenicero, a veces hay otra regulación en la salida de humos mediante una plancha metálica (cortatiro o tiraje), perpendicular al eje del conducto, que se desliza por unas guías y cierra la sección del humero, en parte o casi toda, a voluntad. Con la regulación del tiro se evita que gran parte del calor salga por el humero, cuando el tiro es excesivo (por las condiciones del viento en el exterior, por ejemplo).
En algunos tipos de cocina, dentro del espacio para el combustible (brasero) hay un calentador de agua que se almacena en un depósito exterior (generalmente colgado junto al techo y que en Castilla se llamaba calderín) para la preparación de agua caliente para usos sanitarios, que circula entre uno y otro por tiro térmico. Otro sistema semejante es el de serpentín, en que una tubería de cobre atraviesa el brasero y el agua se calienta al pasar varias veces por ella. En otros casos (muchos menos) el intercambiador se empleaba para alimentar una red de radiadores y dar calefacción a la vivienda pero, especialmente este último sistema, no era muy satisfactorio porque en días fríos reducía notablemente el rendimiento de la cocina. En el sur de Chile se emplean tanques de calefacción y almacenamiento puestos alrededor del conducto de salida de gases, de modo que se aprovecha el calor del humo que sale al exterior.
El nombre de estufa doméstica que se usa en algunos países americanos para designar a la cocina, proviene precisamente de este tipo de estufa/cocina. En la Patagonia argentina y chilena, así como en otras áreas del sur de Chile, se sigue usando este tipo de estufas, que a veces incorporan un calentador de agua. La estufa a leña tiene la ventaja de calentar el ambiente y la cocina es la principal habitación de la vivienda. La cocina a leña permite mantener permanentemente una tetera con agua caliente, que se usa para preparar el mate.
Cocinas Actuales
Hay cocinas que forman un mueble completo, con los fogones y el horno, que se apoya directamente en el suelo. Otras solamente constan de una placa que se apoya en un hueco en la encimera de los muebles de la cocina. El horno puede estar debajo de ella, con una ringlera de mandos comunes, o separado en un mueble alto, para que quede a una altura más cómoda para vigilar la cocción de los alimentos.
Las cocinas, en Europa, suelen tener unas medidas normalizadas de 60 × 60 cm en planta y 85 cm de altura, aunque también hay de ancho menor (30 cm, generalmente solo en encimeras) y mayor (90...120 cm) para cocinas especiales.
Cuando se trata de cocinas de encimera, tienen aproximadamente unas medidas aproximadas de 50×60 en planta.
Los fogones pueden ser de gas, eléctricos o combinados (2 de gas y 2 eléctricos). El horno puede funcionar con la misma energía que la cocina, pero también es más frecuente el eléctrico, que permite regular mucho mejor la temperatura.
Cocinas a Gas
Uno de los tipos de cocina moderno es el que funciona con gas (natural, propano, butano...). Los fogones tienen un inyector (que es precisamente el dispositivo que sirve para adaptar la cocina de un tipo de gas a otro), que deja salir el gas en una cavidad donde se mezcla con el aire necesario para la combustión. La mezcla aire-gas sale por los orificios del quemador donde arde. La potencia del fogón se regula modificando el caudal mediante un mando que mueve la llave de paso de gas.
Los fogones suelen ser de forma redonda y tamaños variados, siendo los más grandes más potentes. Hay cocinas con 2, 3 o más fogones, algunos de ellos especiales para usos determinados, de forma alargada.
Normalmente se encienden con una fuente externa como cerillas o un encendedor. También con una chispa eléctrica con un mecanismo incorporado en la propia cocina, aunque puede ser difícil hacerlo cuando se usa gas natural, debido a que tiene una temperatura de ignición mayor que los otros gases y las chispas no siempre la alcanzan.
Estas cocinas pueden tener un horno también a gas, que tiene quemadores lineales en la parte inferior (horno) y superior (para tostados o gratinados).
La cocción de los alimentos es una técnica antigua, que puede relacionarse con el principio del manejo del fuego por los humanos. Sobre el fuego que servía para calentar y alejar las fieras, se fue gestando el modo de mejorar la textura (ablandando), el sabor y el aspecto de los alimentos utilizados por los humanos, además de mejorar la digestibilidad de muchos de ellos.
El hogar doméstico no solamente servía para calentar, sino que también se utilizaba para cocinar los alimentos. Lo más común era tener una olla colgada de una cadena sobre las brasas, utilizando para otros modos de cocinar parrillas, ollas o sartenes sobre patas (trébedes, independientes o formando parte de la propia sartén), etc.
Con el tiempo aparecieron artefactos específicos, donde el fuego quedaba confinado, de modo que se aprovechase mejor todo su poder para cocinar. En castellano (y en otros idiomas) se adoptó para estos ingenios el nombre de fogón.
La evolución de los combustibles, desde los primitivos, leña y después distintos tipos de carbones, especialmente vegetales, hasta el gas (ciudad, butano o gas natural), y el aprovechamiento de la electricidad, fueron variando la forma de la cocina, hasta la de nuestros días.
La cocina como mueble en forma de simple hornillo fue conocida de los romanos como lo atestiguan los hermosos ejemplares de bronce hallados en Herculano y Pompeya, que guarda el Museo de Nápoles. Pero la verdadera cocina completa y portátil no se encuentra hasta finales del siglo XVIII y solo desde el XVI se conoce la cocina cuadrangular de hierro con planchas de cobre o de hierro por encima dispuesta para recibir las ollas o marmitas.
La cocina económica o estufa doméstica
Al inventarse la estufa, se aprovechó a menudo su extremo superior, muy caliente, para cocinar. Cuando la estufa se fabricó de fundición (estufa salamandra), también las estufas domésticas utilizaron el mismo material y comenzó a fabricarse la llamada cocina económica de mayor tamaño que la estufa y con más accesorios y usos. El calificativo de económica le viene de que, como la propia salamandra, aprovechaba mucho mejor el combustible que la cocina tradicional directamente sobre el hogar (sin embargo es mucho menos eficaz que las cocinas modernas).
Como la estufa, la cocina tiene dos compartimentos para la combustión, uno superior para el combustible (brasero) y otro inferior donde caen las cenizas (cenicero). En la parte superior tiene un plano de trabajo con la boca de alimentación de combustible redonda, con una serie de anillos de fundición concéntricos, que servían de tapadera. Quitando uno o más de los anillos, según el tamaño del cacharro de cocina, también puede obtenerse fuego vivo para ciertas preparaciones que lo requieren (especialmente las frituras con aceite). La boca de acceso al cenicero y para entrada del aire de combustión, está en la parte frontal y al lado la boca del horno.
El conjunto se completa con un tubo denominado humero, chimenea, cañón o caño, que evacua los humos hacia el exterior. Además de la regulación de la entrada de aire en la boca del cenicero, a veces hay otra regulación en la salida de humos mediante una plancha metálica (cortatiro o tiraje), perpendicular al eje del conducto, que se desliza por unas guías y cierra la sección del humero, en parte o casi toda, a voluntad. Con la regulación del tiro se evita que gran parte del calor salga por el humero, cuando el tiro es excesivo (por las condiciones del viento en el exterior, por ejemplo).
En algunos tipos de cocina, dentro del espacio para el combustible (brasero) hay un calentador de agua que se almacena en un depósito exterior (generalmente colgado junto al techo y que en Castilla se llamaba calderín) para la preparación de agua caliente para usos sanitarios, que circula entre uno y otro por tiro térmico. Otro sistema semejante es el de serpentín, en que una tubería de cobre atraviesa el brasero y el agua se calienta al pasar varias veces por ella. En otros casos (muchos menos) el intercambiador se empleaba para alimentar una red de radiadores y dar calefacción a la vivienda pero, especialmente este último sistema, no era muy satisfactorio porque en días fríos reducía notablemente el rendimiento de la cocina. En el sur de Chile se emplean tanques de calefacción y almacenamiento puestos alrededor del conducto de salida de gases, de modo que se aprovecha el calor del humo que sale al exterior.
El nombre de estufa doméstica que se usa en algunos países americanos para designar a la cocina, proviene precisamente de este tipo de estufa/cocina. En la Patagonia argentina y chilena, así como en otras áreas del sur de Chile, se sigue usando este tipo de estufas, que a veces incorporan un calentador de agua. La estufa a leña tiene la ventaja de calentar el ambiente y la cocina es la principal habitación de la vivienda. La cocina a leña permite mantener permanentemente una tetera con agua caliente, que se usa para preparar el mate.
Cocinas Actuales
Hay cocinas que forman un mueble completo, con los fogones y el horno, que se apoya directamente en el suelo. Otras solamente constan de una placa que se apoya en un hueco en la encimera de los muebles de la cocina. El horno puede estar debajo de ella, con una ringlera de mandos comunes, o separado en un mueble alto, para que quede a una altura más cómoda para vigilar la cocción de los alimentos.
Las cocinas, en Europa, suelen tener unas medidas normalizadas de 60 × 60 cm en planta y 85 cm de altura, aunque también hay de ancho menor (30 cm, generalmente solo en encimeras) y mayor (90...120 cm) para cocinas especiales.
Cuando se trata de cocinas de encimera, tienen aproximadamente unas medidas aproximadas de 50×60 en planta.
Los fogones pueden ser de gas, eléctricos o combinados (2 de gas y 2 eléctricos). El horno puede funcionar con la misma energía que la cocina, pero también es más frecuente el eléctrico, que permite regular mucho mejor la temperatura.
Cocinas a Gas
Uno de los tipos de cocina moderno es el que funciona con gas (natural, propano, butano...). Los fogones tienen un inyector (que es precisamente el dispositivo que sirve para adaptar la cocina de un tipo de gas a otro), que deja salir el gas en una cavidad donde se mezcla con el aire necesario para la combustión. La mezcla aire-gas sale por los orificios del quemador donde arde. La potencia del fogón se regula modificando el caudal mediante un mando que mueve la llave de paso de gas.
Los fogones suelen ser de forma redonda y tamaños variados, siendo los más grandes más potentes. Hay cocinas con 2, 3 o más fogones, algunos de ellos especiales para usos determinados, de forma alargada.
Normalmente se encienden con una fuente externa como cerillas o un encendedor. También con una chispa eléctrica con un mecanismo incorporado en la propia cocina, aunque puede ser difícil hacerlo cuando se usa gas natural, debido a que tiene una temperatura de ignición mayor que los otros gases y las chispas no siempre la alcanzan.
Estas cocinas pueden tener un horno también a gas, que tiene quemadores lineales en la parte inferior (horno) y superior (para tostados o gratinados).
miércoles, 4 de diciembre de 2013
Centro de mesa veraniego
Hoy en vez de consejos de bricolaje os traigo un facilisimo y rápido tutorial de como hacer un bonito centro de mesa para los calurosos veranos.
Hacer este centro de mesa es tan fácil que no requiere mucha explicación. Lo que sí necesitaremos es algo de tiempo para acercarnos hasta la playa y recoger arena y algunas conchas. También podemos comprar algunas velas para darle un toque más elegante.
Proceso
Elegiremos una bonita base, puede ser alguna que utilizemos normalmente para este uso, pero también podemos usar un plato llano normal.
Tanto si usamos una base para centros, una bandeja o un plato, es aconsejable que sea de un tono claro. El color blanco, blanco roto o blanco arenoso, harán que las piezas de este centro destaquen más.
Por supuesto, sea cual sea el tipo de base que escojamos, hay que asegurarse que no tenga ningún tipo de agujero para evitar que la arena se salga.
Echaremos la arena con cuidado para que no caiga nada al suelo ya que es algo molesto. Ahora toca la parte más creativa de esta manualidad. Escogeremos las conchas más bonitas y las colocaremos con cuidado sobre la arena. Si no nos gusta como queda, no hay problema, solo debemos retirar las conchas, alisar la superficie y ya volvemos a tenerla lista para comenzar con la decoración, esto podemos hacerlo hasta que encontremos la distribución que más nos guste con las conchas.
Si hemos decidido comprar las velas, haremos lo mismo, colocarlas un poco undidas en la arena para dejarlas sujetas.
Con todo esto ya tendremos un bonito centro de mesa con el que decorar nuestro salón, porche..., y al llegar la noche podemos encender esas velas para crear un ambiente agradable.
Hacer este centro de mesa es tan fácil que no requiere mucha explicación. Lo que sí necesitaremos es algo de tiempo para acercarnos hasta la playa y recoger arena y algunas conchas. También podemos comprar algunas velas para darle un toque más elegante.
Proceso
Elegiremos una bonita base, puede ser alguna que utilizemos normalmente para este uso, pero también podemos usar un plato llano normal.
Tanto si usamos una base para centros, una bandeja o un plato, es aconsejable que sea de un tono claro. El color blanco, blanco roto o blanco arenoso, harán que las piezas de este centro destaquen más.
Por supuesto, sea cual sea el tipo de base que escojamos, hay que asegurarse que no tenga ningún tipo de agujero para evitar que la arena se salga.
Echaremos la arena con cuidado para que no caiga nada al suelo ya que es algo molesto. Ahora toca la parte más creativa de esta manualidad. Escogeremos las conchas más bonitas y las colocaremos con cuidado sobre la arena. Si no nos gusta como queda, no hay problema, solo debemos retirar las conchas, alisar la superficie y ya volvemos a tenerla lista para comenzar con la decoración, esto podemos hacerlo hasta que encontremos la distribución que más nos guste con las conchas.
Si hemos decidido comprar las velas, haremos lo mismo, colocarlas un poco undidas en la arena para dejarlas sujetas.
Con todo esto ya tendremos un bonito centro de mesa con el que decorar nuestro salón, porche..., y al llegar la noche podemos encender esas velas para crear un ambiente agradable.
lunes, 2 de diciembre de 2013
Cocina de Inducción
Una cocina de inducción es un tipo de cocina vitrocerámica que calienta directamente el recipiente
mediante un campo electromagnético en vez de calentar mediante calor
radiante por el uso de resistencias. Estas cocinas utilizan un campo
magnético alternante que magnetiza el material ferromagnético
del recipiente en un sentido y en otro. Este proceso tiene menos
pérdidas de energía, el material se agita magneticamente, la energía
absorbida se desprende en forma de calor, calentando el recipiente. Los
recipientes deben contener un material ferromagnético al menos en la
base, por lo que los de aluminio, terracota, cerámica, vidrio o cobre no son utilizables con este tipo de cocinas.
Actualmente el coste de la tecnología de inducción dobla al de una vitrocerámica tradicional, pero las elevadas prestaciones así como su mayor eficiencia energética la convierten en una inversión atractiva. El coste de la producción de esta tecnología se centra en la electrónica de potencia necesaria para su funcionamiento.
Funcionamiento
La naturaleza de este calentamiento lo hace mucho más eficiente que el tradicional, pues se calienta directamente el recipiente a utilizar, y no indirectamente como se hace con las tradicionales vitrocerámicas basadas en resistencias. Esto contribuye a un ahorro de energía cada vez más apreciado en la sociedad actual. La vitrocerámica de inducción detecta gracias a un sistema de sensores si hay o no recipiente sobre su superficie. En caso de no haberlos, no funciona. Además incorpora las más modernas técnicas de procesado de señal para lograr un control eficiente de la potencia.
El modelo de inducción calienta dos veces más rápido que una placa vitrocerámica convencional. Son capaces de detectar la forma y tamaño del recipiente y se puede elegir la temperatura exacta de cocción (termostato). Además, el tiempo de cocción es muy reducido tardando muy poco en conseguir la temperatura deseada. Esta vitrocerámica facilita la limpieza por su superficie lisa y porque al permanecer fría los posibles desbordamientos no se requeman o incrustan en el vidrio, bastando pasar sobre ella un paño húmedo.
A la hora de decantarse por esta opción tampoco hay que desdeñar la seguridad. Con ella, se evitan posibles quemaduras, ya que no se calienta. La placa de inducción alcanza como temperatura máxima la del calor residual producido por el recipiente. Asimismo, no existe ningún riesgo de explosión fortuita al no utilizar combustibles. Por su seguridad, son las únicas que pueden colocarse con cualquier electrodoméstico debajo: sólo es necesario dejar una distancia. Tienen el problema de que solamente pueden utilizarse ciertos materiales para el menaje de cocina y la condición de que no puede ser usada por personas que lleven marcapasos.
Es posible fabricar una cocina de inducción que funcione con cualquier metal conductor, sin embargo el sistema convencional es más simple y barato. Para calentar metales como el aluminio, se pueden utilizar varias bobina que se activan cíclicamente, una después de otra, generando un campo magnético móvil como en un motor de corriente alterna. Este mismo efecto se aprovecha para usar el aluminio en velocímetros y motorotores de jaula de ardilla.
Aunque el coste de la cocina de inducción suele rondar el doble del precio de una cocina eléctrica vitroceramica de resistencia convencional o halogena, el gasto eléctrico del hogar suele ser un 40% menor y resulta rentable si se usa la cocina con frecuencia. Sobre todo con usos cortos como freír un filete, donde una cocina vitroceramica convencional perdería gran parte de la energía usada en el calor residual de la placa de la cocina.
Respecto a una cocina de gas, aprovecha mejor la energía eléctrica (84%) que el gas producido (40%). Sin embargo, en el proceso total que incluye la generación eléctrica en el país, a partir de combustibles fósiles, solo un 30% (o casi un 60% en ciclo combinado) se convierte en electricidad y el resto en calor, que muchas veces no se aprovecha y genera contaminación térmica.
Ventajas
La cocina de inducción tiene numerosas ventajas:
Según el U.S. Department of Energy, la eficiencia de transmisión de energía en la cocina de inducción es del 84% frente al 74% de las cocinas vitrocerámicas convencionales. Lo que significa un ahorro de aproximadamente 12% para la misma cantidad de calor generada.
La alta eficiencia en la transferencia de calor de esta nueva tecnología hace que se cocine más rápido, que en las cocinas eléctricas convencionales. También supone un ahorro de energía.
Al calentarse el puchero directamente evita que se queme cualquier cosa que se haya quedado interpuesta entre la cocina y el puchero. Esta característica hace que las cocinas de inducción sean más seguras, reduciendo el riesgo de incendio considerablemente y eliminan el de explosión, lo cual es especialmente importante para las personas mayores. Como el calor se genera por una corriente inducida, la unidad detecta si el puchero está presente lo que permite que la cocina se apague automáticamente si detecta que el puchero ha sido retirado. Estas cocinas se pueden completar, en un sistema domótico como X10, con un detector de calor, que apague la cocina cuando se advierta que algo se está quemando, mediante el corte de electricidad a la misma.
Además, estas cocinas, al no quemarse la superficie resultan más fáciles de limpiar, porque no quedan restos adheridos y quemados.
Se deterioran poco, por lo que suelen durar más tiempo como nuevas.
A pesar de todo, hay que tener en cuenta que estas placas requieren recipientes especiales con fondo ferromagnético, cada vez más habituales, que permitan cerrar el circuito de inducción. En general, se puede decir que cualquier recipiente en cuya base se "pegue" un imán es válida para este tipo de cocinas.
Actualmente el coste de la tecnología de inducción dobla al de una vitrocerámica tradicional, pero las elevadas prestaciones así como su mayor eficiencia energética la convierten en una inversión atractiva. El coste de la producción de esta tecnología se centra en la electrónica de potencia necesaria para su funcionamiento.
Funcionamiento
La naturaleza de este calentamiento lo hace mucho más eficiente que el tradicional, pues se calienta directamente el recipiente a utilizar, y no indirectamente como se hace con las tradicionales vitrocerámicas basadas en resistencias. Esto contribuye a un ahorro de energía cada vez más apreciado en la sociedad actual. La vitrocerámica de inducción detecta gracias a un sistema de sensores si hay o no recipiente sobre su superficie. En caso de no haberlos, no funciona. Además incorpora las más modernas técnicas de procesado de señal para lograr un control eficiente de la potencia.
El modelo de inducción calienta dos veces más rápido que una placa vitrocerámica convencional. Son capaces de detectar la forma y tamaño del recipiente y se puede elegir la temperatura exacta de cocción (termostato). Además, el tiempo de cocción es muy reducido tardando muy poco en conseguir la temperatura deseada. Esta vitrocerámica facilita la limpieza por su superficie lisa y porque al permanecer fría los posibles desbordamientos no se requeman o incrustan en el vidrio, bastando pasar sobre ella un paño húmedo.
A la hora de decantarse por esta opción tampoco hay que desdeñar la seguridad. Con ella, se evitan posibles quemaduras, ya que no se calienta. La placa de inducción alcanza como temperatura máxima la del calor residual producido por el recipiente. Asimismo, no existe ningún riesgo de explosión fortuita al no utilizar combustibles. Por su seguridad, son las únicas que pueden colocarse con cualquier electrodoméstico debajo: sólo es necesario dejar una distancia. Tienen el problema de que solamente pueden utilizarse ciertos materiales para el menaje de cocina y la condición de que no puede ser usada por personas que lleven marcapasos.
Es posible fabricar una cocina de inducción que funcione con cualquier metal conductor, sin embargo el sistema convencional es más simple y barato. Para calentar metales como el aluminio, se pueden utilizar varias bobina que se activan cíclicamente, una después de otra, generando un campo magnético móvil como en un motor de corriente alterna. Este mismo efecto se aprovecha para usar el aluminio en velocímetros y motorotores de jaula de ardilla.
Aunque el coste de la cocina de inducción suele rondar el doble del precio de una cocina eléctrica vitroceramica de resistencia convencional o halogena, el gasto eléctrico del hogar suele ser un 40% menor y resulta rentable si se usa la cocina con frecuencia. Sobre todo con usos cortos como freír un filete, donde una cocina vitroceramica convencional perdería gran parte de la energía usada en el calor residual de la placa de la cocina.
Respecto a una cocina de gas, aprovecha mejor la energía eléctrica (84%) que el gas producido (40%). Sin embargo, en el proceso total que incluye la generación eléctrica en el país, a partir de combustibles fósiles, solo un 30% (o casi un 60% en ciclo combinado) se convierte en electricidad y el resto en calor, que muchas veces no se aprovecha y genera contaminación térmica.
Ventajas
La cocina de inducción tiene numerosas ventajas:
Según el U.S. Department of Energy, la eficiencia de transmisión de energía en la cocina de inducción es del 84% frente al 74% de las cocinas vitrocerámicas convencionales. Lo que significa un ahorro de aproximadamente 12% para la misma cantidad de calor generada.
La alta eficiencia en la transferencia de calor de esta nueva tecnología hace que se cocine más rápido, que en las cocinas eléctricas convencionales. También supone un ahorro de energía.
Al calentarse el puchero directamente evita que se queme cualquier cosa que se haya quedado interpuesta entre la cocina y el puchero. Esta característica hace que las cocinas de inducción sean más seguras, reduciendo el riesgo de incendio considerablemente y eliminan el de explosión, lo cual es especialmente importante para las personas mayores. Como el calor se genera por una corriente inducida, la unidad detecta si el puchero está presente lo que permite que la cocina se apague automáticamente si detecta que el puchero ha sido retirado. Estas cocinas se pueden completar, en un sistema domótico como X10, con un detector de calor, que apague la cocina cuando se advierta que algo se está quemando, mediante el corte de electricidad a la misma.
Además, estas cocinas, al no quemarse la superficie resultan más fáciles de limpiar, porque no quedan restos adheridos y quemados.
Se deterioran poco, por lo que suelen durar más tiempo como nuevas.
A pesar de todo, hay que tener en cuenta que estas placas requieren recipientes especiales con fondo ferromagnético, cada vez más habituales, que permitan cerrar el circuito de inducción. En general, se puede decir que cualquier recipiente en cuya base se "pegue" un imán es válida para este tipo de cocinas.
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