Si las puertas de las habitaciones empiezan a chirriar, será momento de engrasar las bisagras. La mejor manera es levantar ligeramente la puerta con unas cuñas (sin llegar a sacarla de los pernos) y limpiar los pernos
con aguarrás o algún desengrasante. Tendremos cuidado de que el
producto no escurra y manchemos la puerta o el suelo, nos podemos ayudar
de un pequeño pincel para su aplicación.
Cambiar las arandelas de las bisagras
A continuación, echaremos un aceite lubricante y ya podremos quitar las cuñas. Si observamos que la puerta roza en el suelo,
suele ser por el desgaste de las arandelas separadoras que llevan las
bisagras. Estos elementos facilitan el deslizamiento, pero están
expuestos al desgaste por el uso. En este caso, habrá que sacar la
puerta del todo de los pernos y cambiar las arandelas por unas nuevas que podemos adquirir en una ferretería o en un centro de bricolaje.
Reparar la madera astillada
En las puertas de los armarios de la cocina, sin embargo, el problema más habitual es que se aflojen los tornillos. Es buena costumbre apretar periódicamente los tornillos de las bisagras, ya que son tirafondos que se enroscan en la madera y que pueden terminar pasándose de rosca o, peor aún, astillando la madera.
Si ya se ha roto la puerta y se ha astillado la madera, todavía
podremos solucionarlo. Desmontaremos por completo la puerta y la bisagra
por donde se ha roto la madera. Usaremos masilla de dos componentes,
la mezclaremos y la colocaremos en la zona rota apretando firmemente
sobre la madera. Eliminaremos el sobrante con una cuchilla y, una vez
seca, la lijaremos con lija de grano medio/fino. Por último, pasaremos una broca fina por donde tendrán que enroscar los tornillos y ya podremos montar la puerta de nuevo.
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