La campana elimina el humo, los olores, el calor, el vapor del aire, la grasa en suspensión en el aire y los productos de combustión, contribuyendo a mejorar la calidad del aire que los expertos recomiendan renovar en la cocina entre 6 y 12 veces la hora.
También contribuye a alargar la vida de los muebles de cocina al eliminar la humedad que los estropea. Mucha gente apenas usa la campana porque hace ruido o por olvido. Por suerte, los nuevos modelos son más silenciosos, aunque algo más caros por ello, y en aras de la seguridad, ahora traen funciones para los olvidadizos, como la conexión y desconexión automática, o temporizadores de funcionamiento que se pueden programar.
Funcionamiento
La mayoría de las campanas del mercado pueden funcionar alternativamente de dos formas:
-Por extracción: el motor de la campana
aspira el aire, lo hace pasar por un filtro metálico anti-grasa que se
puede limpiar en el lavavajillas y lo expulsa fuera de la vivienda a
través de un tubo de salida de humos.
Este tubo tiene unas medidas establecidas
por norma (mejor que sea corto, ya que cuanto más largo sea el tubo, más
potente debería ser el motor, y el diámetro mínimo mide unos 120
milímetros) y debe incluir una válvula antirretorno para que ni el humo
ni el olor regresen a la cocina.
-Por recirculación, en cocinas sin salida
de humos, la campana absorbe y limpia el aire haciéndolo pasar primero
por un filtro antigrasa y después por otro desechable de carbón activo
que absorbe los olores y devuelve el aire a la cocina.
Por razones de seguridad, especialmente en cocinas de gas, es mejor este sistema de extracción.
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